La juventud a todo color


Mi bicicleta
¿Qué problema tenemos los jóvenes de hoy en día? ¿Es nuestro mayor problema la sensación de soledad? ¿No saber gestionar nuestro tiempo? ¿Quizás el miedo al fracaso? ¿O dejar que nuestros sentimientos gobiernen a nuestra razón? ¿Hemos dejado de pensar? ¿Las nuevas tecnologías están mermando nuestras capacidades de pensar? ¿A caso tenemos miedo al aburrimiento? Tras plantearme estas preguntas me quedé un rato delante de un folio en blanco, esperando a que de alguna extraña forma la tinta dibujara letras sobre él. Me vi incapaz de responder a esta serie de cuestiones pero una bombilla se iluminó en mi cabeza. Se me ocurrió hacer un viaje en busca de respuestas. Cogí mi diario, mis botas rojas y a mi inseparable bici llamada Cleta y pedaleé.


Mi primera parada fue en Atenas viaje al año 405 a.C. Allí conversé con un señor de poblada barba y notable barriga. Era un filósofo llamado Sócrates. Él me contó con evidente enfado que la juventud de entonces era mal educada, despreciaba a la autoridad, que ya no respetaba a sus mayores y tiranizaba sus maestros. No pude evitar pensar que es lo mismo que se dice hoy en día de los jóvenes.
En busca de más opiniones Cleta y yo nos dirigimos a nuestro segundo destino: Stratford-Upon-Avon esta vez al año 1611. Hablé con un gran dramaturgo y actor se llamaba William, aunque todos curiosamente, lo conocían por su apellido. Él me hizo otra sabia aportación: “los mayores desconfían de los jóvenes porque ellos también fueron jóvenes” Esta otra idea me sugirió que los jóvenes carecemos de la experiencia de los mayores y que por tanto deberíamos escucharlos más.

Mi tercera parada fue en Buenos Aires en 1896. Me colé en la presentación del libro de “Los raros” de Rubén Darío y le pregunté qué opinaba de la juventud. El literato amablemente me respondió con unos hermosos versos “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...” Al escuchar su áspera y profunda voz me vino a la cabeza la idea de que los jóvenes no sabemos gestionar nuestro tiempo y este huye como el ciervo del león. Poema de Rubén Darío

Tratando de no perder tiempo me subí a la bici y llegue a EEUU al año 1945 donde residía Einstein tras abandonar Alemania.  Acudí a una de sus clases en el “Institute for Advanced Studies” y al finalizar fui entusiasmada a hablar con él. Le relaté mis inquietudes acerca de la problemática de los jóvenes y con esta bella frase me dejó sin habla: “Mientras somos jóvenes los pensamientos pertenecen al amor. Después el amor pertenece a los pensamientos”. Mi mente salió de esa amplia aula para llegar a la conclusión de que los jóvenes en muchas ocasiones anteponemos los sentimientos a la razón.

Con tantas ideas revoloteando en mi cabeza decidí parar en 2018 y reflexionar con lo que tenía en mi diario de viajes. Parece que, generalizando, los jóvenes siempre hemos sido un poco rebeldes, con algunas prisas, faltos de escucha y unos románticos empedernidos. Ya con mi bici guardada en el garaje de mi casa, decidí mirar dentro de esa masa grisácea que se ocultaba en el interior de mi cabeza. 

Siempre tuve miedo como muchos otros a no ser aceptada, a estar sola, a no saber aprovechar el tiempo, al error sin duda un gran miedo a cometer fallos. Esta inseguridad, en mi opinión, es un problema que muchos tenemos en la actualidad. Creo que muchas veces nuestros sentimientos gobiernan nuestra toma de decisiones. Pero no tengo duda de que pienso y mi almohada es mi mejor testigo y probablemente el objeto inanimado con el que más he hablado. Creo que las nuevas tecnologías son una vía fácil para quien no quiere pensar. Tan solo una herramienta con la que algunos huyen temerosos del aburrimiento pero siempre ha habido vías para no pensar. Las nuevas tecnologías no son un problema sino un medio.

Tras los datos recabados no veo a la juventud en blanco o negro. Tampoco la veo en grises, yo la veo de colores: con sus más, sus menos, sus porqués, sus quizás… Así tras este viaje opino que la juventud siempre ha vivido ligada a la inexperiencia y con la soledad y la indecisión unidas como las rémoras al tiburón. Aun así creo que de cada error vamos aprendiendo, que aún hay mucha gente idealista y de pensamiento propio. Pero al fin y al cabo esta es solo una opinión que navega en un mar de ideas contradictorias.


Soledad

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