El perdón verdadero
Perdón verdadero |
Perdón, 6 letras tras las que a veces se esconde un
significado tan profundo y otras un vacío absoluto. Pienso que hay una gran
diferencia entre el perdón de palabra y el perdón de corazón. En muchas
ocasiones lanzamos disculpas vacías, automáticas por inercia. Pero el perdón
real va acompañado de sentimientos, de verdad.
En una ocasión de niña quedé con un amigo, dimos una vuelta y
se encontró con otros amigos. Hablaron durante un largo tiempo mientras yo me
sentía dejada de lado, apartada, parecía que hubiera un muro entre aquel grupo
de chicos y yo. Después mi amigo se fue con el grupo y me dejó sola. Me enfadé
mucho con mi amigo, en mi interior echaba humo, quería gritarle y echarle en
cara lo que había pasado. Sin embargo, cuando volvimos a quedar para aclarar lo
ocurrido él se disculpó y yo sin pedir ningún tipo de explicación le “perdoné” o eso creía, pero la rabia y el
rencor me comían por dentro. Siempre he sido un poco introvertida, he guardado los problemas en mi interior. Esto
es algo que no me gusta de mi misma y trato de mejorar cada día. Pero en esta
ocasión pasaron unos meses y decidí hablar de esa espinita que tenía clavada y
esta vez tras reconocer lo que me había molestado le perdoné y en ese instante
sentí una extraña sensación de libertad. Sí, eso era el perdón de corazón.
Con este ejemplo infantil quiero remarcar la diferencia entre el perdón real y las disculpas
vacías que tantas veces salen de nuestras bocas. Todos hemos sufrido por algunas personas y
hemos hecho sufrir a otras, aunque no fuera de manera intencionada. Esto ha
abierto heridas en nuestros corazones, espinas que se han clavado y nos han hecho
daño. Solo el perdón verdadero, aquel que surge del sentimiento puede quitarnos
estas espinas y poner una tirita en esas heridas que no paraban de sangrar.
Perdonar implica reconocer que te han hecho daño, una vez lo reconoces y
decides disculpar a la otra persona te liberas. Porque el perdón es liberador.
Olvidar no es algo voluntario. Muchas veces queremos olvidar
el daño que nos han hecho pero no somos capaces. Sin embargo, podemos decidir
si queremos guardar rencor a la persona que nos hirió o perdonarla porque
perdonar es un acto voluntario y tienes que querer. Perdonar no implica
olvidar. De hecho, personalmente, creo que es bueno recordar para aprender de
la experiencia porque nuestros errores nos enseñan a crecer. Como es lógico
cuanto mayor es el daño, más difícil nos resulta perdonar. Pero también resulta
más gratificante si consigues perdonar esa grave herida.
Creo que tenemos que aprender a perdonarnos a nosotros
mismos. Perdonarnos por nuestros miedos, indecisiones, por aquel día que no
estuviste ahí cuando tu amigo lo necesitaba, esa tarde que olvidaste ir a ver a
tu abuelo tras su operación… Yo soy la primera que en ocasiones no para de darle vueltas a todas aquellas
cosas que he hecho mal. Creo que tenemos que reconocerlas y saber perdonarnos
aprendiendo de ello.
Perdonar en inglés
“forgive”, si separas la palabra:
“for- -give” en castellano lo traducimos
como “para dar”. Porque el perdón es algo que damos a otras personas pero
también es algo que nos damos a nosotros mismos. El perdón verdadero no exige
de una explicación, el perdón verdadero no tiene que ser ganado ni conquistado,
el perdón verdadero es incondicional. No importa cuál haya sido la ofensa, la
decisión de perdonar es siempre un regalo que nos hacemos a nosotros mismos.
Impactante vídeo: Perdonar lo imperdonable.
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